sábado, 12 de mayo de 2012

Pensamientos del momento II


Tú lloraste, me odiaste e hiciste a creer a todas que eras la víctima; hasta los míos me odiaron. Pero aún así, a pesar de todo, me mantuve a tu lado, por nada, sólo por compasión. Me exigiste reflexionar, pero tú fuiste la que debió hacerlo. Lo hiciste, en secreto, pero sin actuar y aún así me maldijiste. Hasta ahora lo recuerdo. Me llamabas cobarde, pero yo fui quien tomo la decisión que tú pudiste evitar. Aunque me nieguen, pude tomar otra ruta, pero no quisiste aceptar tu error. Entonces ahí te conocí realmente. Mucho tiempo viví quimeras, las que todos creían. Eras muy diferente baja esa tímida sonrisa; y, ahora, “libre” traicionaste tus convicciones. No has sido más que una hipócrita. Por mis ideales no he hablado más de la cuenta, pero sé que todos cambiaran tu opinión de ti. Crees ser muy honesta y dulce, pero tu peor rostro no puede ser ocultado por tus bondades. Se necesitan más que fútiles actuaciones para tratar conmigo; yo sólo buscaba paz y ayuda, pero tú me comprabas con lo material de mis pasiones. Cuando más te necesitaba, me negaste alegando tú propio bien, egoísta; después de lo que hice por ti. Tu orgullo evitó que recuperaras lo que supuestamente más querías. Lloraste en ese momento, lo recuerdo muy bien, yo también lo sentí, pero tú no querías cambiar, laméntate pues no sabes lo que perdiste. Tus exigencias me eran caprichos de tonta niña, tus los idealizabas sin razón más que por mero engreimiento. Así que no te quejes, no te quejes. Ahora dices sonreír. Los planos han cambiado, aunque yo también lo haga, cuesta más de lo debido. No he vuelto a ser la misma persona en mucho tiempo, recién ahora puedo enfrentar mis dragones, cortar sus cabezas. Mis desafíos nunca se han comparado con los tuyos, según tú, te burlabas y me humillabas. No eres fuerte, nunca lo has sido. Es tu ilusión para sentirte mejor con tu miserable persona, tu debilidad y falta de temple. Nunca has logrado nada por ti misma, tus supuestos logros son efímeros, tú no conoces la presión como yo, no conoces el miedo ni mucho menos el dolor. Por eso ahora mismo ríes. Odio tu felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario