lunes, 29 de agosto de 2011

El Padre Liberal


Y si me preguntan como puede haber un Dios tan sádico como para dejar que su mayor creación se muera por si misma, es tal vez por que quiere que aprendamos el máximo conocimiento: la realización individual.


sábado, 20 de agosto de 2011

El sueño del eterno



Si la teoría del Big Bang fuera cierta, que hubo antes del cosmos, la nada? Y esta negación del todo como pudo originar la vida desde su propio no-ser? Es acaso que fue creación de un ente mayor o este ente mayor nació con la creación? O, en última instancia, se creó al crear el infinito? La religión y la ciencia colindan cuando podría suceder todo dentro del sueño de un Gran Dios.

Adaptado de Carl Sagan.

Pero la mayor intriga es saber que pasará cuando este despierte.
Tú sabes que no perteneces aquí ni allá, por que sigues en este camino? Te pueden esperar grandes cosas que valdrían toda una vida, pero todavía sigues aquí. No debes tener miedo a la incertidumbre, pues la gloria bendice al osado. Toda mi vida creí eso y mira lo que pasó ahora. Sólo te dejas sucumbir a tus miedos por una tentación del odio. Como esperas que salga de este vértice si no hay solución alguna ante este infierno. Sólo tu puedes cambiar tu propio rumbo. Girar a la brújula a la dirección deseada, sólo depende del valor que tengas en tus decisiones. Suena sencillo, pero la dirección a la que deseo apuntar la desconosco; la brújula gira sin sentido y sin determinación. Es por tu temor al fallar, pero cada suspiro de pavor se puede convertir en exclamos de victoria, todo depende de cuanto estás arriesgado a sacrificar.

miércoles, 17 de agosto de 2011

IV

Había llegado a la vieja estancia después de tantos años que temía si había alguien aún vivo que pudiera reconocerme. El bus me dejó lo más cercano posible, pero aún así tuve que caminar lo suficiente para cansarme los pies hasta que avisté a un campesino, un poco menor que yo. Al pasar por mi lado detuvo un poco su carreta y me miró con detenimiento. Después de un alargado suspiró de emoción me reconoció y bajando eufórico de la carreta me abrazó. La vida en campo le habían cambiado y envejecido las facciones, no lo reconocí sino hasta un instante después para descubrir que era uno de los hijos de los trabajadores de mi abuelo. Cuando me fui para la ciudad recién estaba entrando en la adolescencia y ahora se le ve todo un hombre tal como lo fue su padre antes que él.

El resto del camino lo hice en su carreta contando de nuestras vidas en su gloria y pena, pero cuando le pregunté sobre los papeles de la casona, dijo con inquititud no saber nada y luego calló por buen tiempo. Cuando llegamos al pueblo observe que creció un poco más de lo que fue en mi juventud, algunos me reconocieron, otros un tanto después, pero con la misma alegría me recibieron todos. Por alguna razón siempre me quisieron más que a mi propio abuelo, su viejo jefe de campo. Les pregunté también por los papeles de propiedad y herencia, sin embargo, todos cruzaron miradas de desconocimiento; aun así tuvieron la amabilidad de llevarme hasta la vieja casona donde pase la noche. Les invité a pasarla conmigo, pero con temerosidad se negaron. No importa cuanto insistí, simplemente no aceptaron la invitación.

Una vez dentro, desempaqué las pocas pertenencias que llevé. Tras la muerte de mi abuelo, nuestro hogar estaba muy descuidado y sucio, habían secciones que se caían por pedazos; y las que por gracia de Dios se mantenían en pie estaban cubiertos de polvo e insectos muertos. Hubiera sido tarea de meses reacomodar todo, pero con el fin de semana que contaba para solucionar los papeles, sólo terminé por limpiar mi vieja habitación que después de años me vuelve a dar hospitalidad a mí y a mis sueños. Me sorprende que la gente del campo no haya mantenido la casa en pie aunque sea por un poco de agradecimiento al hombre que les dio trabajo y educación. Pero puede que mantenter viva una casa abandonada y sin uso no haya sido una decisión inteligente y no le vieron necesidad alguna. Prendí una de esas viejas lamparas de kerosene para alumbrarme las horas que detenían al sueño hasta que pudiera conciliarlo. Me sorprendió la longevidad que tenían con tantos años encima y me hizo divagar acerca de los recuerdos que aún mantuvieran su utilidad.

A la mañana siguiente, muy temprano como la costumbre me obligó a levantarme, antes de buscar esos apolillados papeles decidí pasear un poco por el pueblo tal como solía hacer. La gente mantenía aún esa sonrisa con la que me saludaron ayer, pero me recomendaban que esos papeles no valían la pena buscarlo, que era inútil para poder heredar una casona en decadencia que no valía la pena. A pesar de todas las recomendaciones no me detuve, no por que deseara un bien material, si no, porque era parte de mi infancia y de las pocas cosas que tengo que realmente valen la pena. Luego de almorzar en el pequeño comedor del pueblo, volvi a los aposentos para dar busqueda de dichos documentos. En las escasas estructuras que mantenían ergida la casa busqué en los lugares más obvios que serían la habitación de mi abuelo y su escritorio; lamentablemente en ambos lugares no había más recortes de revistas y noticias. Continué mi búsqueda por las demás habitaciones sabiendo que era inútil por que solo quedaban rezagos de una vieja vida y recuerdos con olor a tabaco. Todo el día se perdió en esos intentos hasta que cayó la noche y con ella recordé la existencia del viejo sótano que se encontraba debajo del salón principal. Acompañado de la linterna tumbé accidentalmente la puerta de manera que cubría su acceso. Su luz no era muy fuerte, pero me servía lo suficiente como para poder dar fin a mi tarea. Bajando por esos viejos escalones de madera podrida pude observar las viejas botellas de vinos vacías con corchos de polvo. Sabía que de nada serviría, pero debía aun que sea intentar el último escondite donde mi abuelo pudo haber guardado esos documentos. La luz se hacía cada vez más débil, tan débil que a penas pude divisar un pequeño libro. Resultó ser el diarío de mi abuelo.